De modo que si estan dispuestos, y si también es vuestra intención, entraremos en la cuestion de cómo transofrmar la perezosa, cansada y asustada mente, que está cargada de tantos placeres, la mente que ha llegado a ser tan vieja y que nunca ha sabido lo que es ser joven. Si quieren, entraremos en eso; al menos trataré de hacerlo, quieran o no. La puerta está abierta y son libres de venir y de marchase. Este no es un auditorio cautivo; por eso, si no les gusta, es mejor no oirlo, porque lo que oyes sin querer oír llega a ser vuestra desesperación, vuestro veneno. Conocen, pues, desde el principio mismo cuál es la intención del que habla: que no vamos a dejar piedra por mover, que todos los secretos rincones de la mente van a ser explorados van a ser abiertos, y su contenido desturido, y que de esa destrucción va a salir la creación de algo nuevo, algo enteramente diferente de cualquier creación de la mente.
Para esto necesitan seriedad, fervor. Debemos ir despacio, tanteando, pero sin cejar. Y quizás al fin de todo esto- o al principio mismo, porque no hay principio ni fin en el proceso destructor- pueda uno encontrar aquello que es la percepción , la ventana de la mente, y recibir aquello que es innombrable. Tal cosa existe más allá del tiempo, más allá del espacio, más allá de la medida; no puede ser descripta ni expresada en palabras. Sin descubrirla, la vida resulta enteramente vacua, superficial, estúpida, un desperdicio de tiempo.
Para esto necesitan seriedad, fervor. Debemos ir despacio, tanteando, pero sin cejar. Y quizás al fin de todo esto- o al principio mismo, porque no hay principio ni fin en el proceso destructor- pueda uno encontrar aquello que es la percepción , la ventana de la mente, y recibir aquello que es innombrable. Tal cosa existe más allá del tiempo, más allá del espacio, más allá de la medida; no puede ser descripta ni expresada en palabras. Sin descubrirla, la vida resulta enteramente vacua, superficial, estúpida, un desperdicio de tiempo.
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